Este artículo fue escrito por Maria Nelly Urbiña, psicóloga de la Universidad de la Sabana en Bogotá, Colombia. Especialista en Evaluación y Diagnóstico Neuropsicológico. Mágister en Neuropsicología Clínica Universidad de San Buenaventura. Puedes encontrar más información sobre ella dando clic aquí.
Muchas veces en la consulta, principalmente con niños, los odontólogos se enfrentan a situaciones que se salen de su área de conocimiento y requiere de un manejo distinto. Por ejemplo, los niños a veces no quieren entrar a la consulta, les da miedo, comienzan a llorar y sienten mucho temor de lo que pueda pasar adentro. Sin embargo, te digo que no existe una fórmula mágica para manejar las emociones de los niños o hacer que se calmen en medio de una “pataleta”. Todo dependerá de la situación, de la personalidad del niño y sin duda, de la manera cómo actuemos los adultos alrededor.
Los niños, son niños y por eso, así como aprendieron a caminar en algún momento de sus vidas, también deben aprender a manejar sus emociones, identificándolas y reconociéndolas.
Por eso, te dejo 5 tips que pueden ser muy útiles cuando se trata de manejar emociones y conducta en niños.
- No invalides las emociones, ayúdalo a reconocerlas y aceptarlas:
Por lo general, cuando un niño llora antes de entrar a la consulta, lo primero que le decimos es “no llores”, sin saber que estamos invalidando su emoción. Si está llorando es porque algo le pasa, por eso, cambia el discurso y ayúdalo a reconocer si lo que siente es miedo, rabia, tristeza o alegría. Pregúntale ¿qué sientes? Y ¿dónde lo siente? Las emociones por lo general también se sienten en el cuerpo. Apóyalo diciéndole que lo que siente está bien y que lo entiendes, porque seguro has sentido lo mismo.
- Brinda un ambiente seguro:
Cuando un niño siente miedo, rabia o tristeza por algo a veces no sabe como expresarlo y se manifiesta en lo que conocemos comúnmente como una “pataleta”. Para un adulto es muy fácil saber que siente y decirlo, pero para lo niños no y por eso, en esos momentos donde surgen esas emociones, el adulto debe acudir como un agente protector. Alejarse y dejarlo solo llorando no es un ambiente seguro. Por el contrario, acércate hasta donde él te lo permita y dile que estás con él, que eso va a pasar y que no te vas a ir de su lado.
- Anticípalo a las situaciones que pueden producirle malestar y háblale con la verdad:
Muchas de las situaciones que para nosotros son cotidianas, para los niños son experiencias nuevas de las que solo tienen una idea por algún comentario de alguien más o porque lo vieron en algún lado. Por ejemplo, nunca han ido al odontólogo, pero alguien dijo que eso dolía y entonces sentirán miedo de ir. Por eso, anticípalo con la verdad diciéndole claramente lo que va pasar y la razón por lo cual es importante someterse a una situación tal vez dolorosa. Seguramente no será doloroso, pero estará condicionado por un miedo aprendido, por eso, en ocasiones, elevar la expectativa del miedo hace que se reduzca, porque el niño puede ser que diga “no me dolió tanto”.
- Refuerza de manera positiva su valentía y esfuerzo:
Un refuerzo positivo es algo bueno o agradable que doy para compensar una conducta. Los refuerzos pueden ser materiales, por ejemplo, una paleta, un juguete, etc., pero a veces no hay mejor refuerzo que una palabra, “muy bien” “lo lograste” “eres muy valiente”. Reconocer el esfuerzo tras una situación de miedo va generando en el niño coraje, que es la capacidad de tener miedo, pero aún así atreverse. ¡Recuerda que el miedo no se quita! A todos nos da miedo algo.
- No lo obligues, respeta sus tiempos:
Obligar a un niño a hacer algo puede tener sus pros y sus contras. En ocasiones habrá que dar una orden que se tiene que cumplir, pero cuando hablamos de emociones es importante respetarlas y esperar que esté tranquilo antes de entrar a un espacio que le produce pavor. Si por ejemplo, tiene una cita y no quiere entrar al consultorio, entrarlo a la fuerza no conducirá a nada. Habla con él, con una voz firme y amorosa, anticípalo, hazle saber que estas con él y delega la responsabilidad “entraremos cuando estés listo”.
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